Críticas

XI Noches en los Jardines del Real Alcázar. Componentes: María Dolores García, canto y percusiones; Alberto Barea, canto, órgano portativo y zanfoña; Ignacio Gil, axabeba, flautas dobles y dulces, oboe de cápsula; José Luis Pastor, laúdes, cítola, çinfonía.

Programa: ‘Collage medieval’. Lugar: Jardines del Alcázar. Fecha: Lunes 9 de agosto. Aforo: Lleno.

 

Consolidada la formación de cuarteto, el conjunto Axabeba renueva poco a poco su mirada al medievo, combinando monodias y polifonías, danzas instrumentales y cantigas, piezas místicas y cantos juglarescos. Las opciones que ha dado al grupo la incorporación de Alberto Barea empiezan a valorarse con más claridad ahora, con la perspectiva de un año de trabajo en común: no sólo es la posibilidad de facilitar el acceso a la polifonía vocal, sino la mayor variedad del espectro de timbres para un repertorio que, en ocasiones, da vueltas y más vueltas sobre una misma melodía o una más densa profundidad de las texturas.

 

Con las chicharras desatadas y una atmósfera de plomo líquido envolviendo los Jardines, Axabeba presentó en el Alcázar un programa bien diferente al del año anterior, aunque las Cantigas de Santa María también estuvieron presentes esta vez en un collage completado con danzas y estampidas monódicas, una pieza de la mística germana Hildegard von Bingen, polifonías del ars nova y hasta una canción tradicional sefardí.

 

En un tono más sereno que exaltado, pero reservando espacio para el virtuosismo y la exuberancia de las mezclas de colores, el conjunto ofreció una mirada nueva sobre algunos temas, como el Ecco la Primavera de Landini, ahora a un tempo más acorde con su contenido, o las danzas, con vueltas originales, como en la Dança amorosa y Trotto, que lleva a Ignacio Gil del flautín a la chirimía. Innecesario, por la amplificación, el juego con el espacio en la pieza de Hildegard, delicadísima la interpretación de la Inperaytritz del Vermell y muy adecuado ese canto final a la renovación de la vida que es el Tempus transit gelidum de los Carmina Burana, una renovación que en las latitudes altas tiene lugar en primavera y en la tórrida Sevilla se produce con la llegada del otoño, loado sea.

 

Pablo Vayón. Diario de Sevilla

 

 

El onubense José Luis Pastor, miembro fundador de Artefactum, y María Dolores García, la cantante cordobesa que también formó parte del conjunto, dejaron hace unos años la casa matriz para crear un nuevo proyecto al que llamaron Axabeba y al que asociaron también a Ignacio Gil, que mantiene en cambio su vinculación con el grupo de origen.

Cuando alguien se separa de una idea artística con una personalidad tan definida como la de Artefactum, no resulta fácil distanciarse del todo, esto es, encontrar un estilo propio, una forma de hacer las mismas cosas (o parecidas) con carácter y clara distinción. Dos discos y multitud de conciertos por toda la geografía nacional en menos de un lustro marcan sin embargo que ese sello particular ya existe y se manifiesta en un enfoque diferente de la música del medievo, que sigue siendo el objeto de estudio e interpretación de ambos conjuntos, hasta el punto de que en sus recitales para el Alcázar de este año, sus programas coinciden en algunas danzas.

Cierto que José Luis Pastor, posiblemente el mayor especialista español en instrumentos de cuerda pulsada de la Edad Media, se ha abierto a la música polifónica, y por eso el lunes sonaron en el alcázar un virelai a tres voces del Llivre Vermell o una ballata de Francesco Landini, el gran representante del ars nova italiano. Todo ello se pretendía encajar además en un programa que partía de la conmemoración del octavo centenario de la primera edición del Cantar de Mío Cid (1208) y que dio un repaso por danzas, canciones de trovadores, troveros y juglares goliardescos y cantigas del Rey Sabio y Martín Códax.

Un paseo por los colores musicales de los siglos XIII y XIV a partir de una concepción de tono intimista, volcada en destacar los matices tímbricos y las posibilidades sonoras de los diferentes instrumentos de cuerda pulsada, que ganan protagonismo notable, o de seguir los acentos de una voz que se atreve en solitario con una cantiga de amigo, que sonó con atractiva desnudez, o que es capaz de crear un clima de noble solemnidad en el Maria matrem del Vermell, acompañada por el dulce timbre de la axabeba. Algunos tempi quizá demasiado lentos, que provocaron pequeñas caídas de tensión (como en Echo la primavera de Landini, a la que, en su celebración del fin del invierno, no viene mal un tono algo más efusivo y vigoroso), no merman para nada la calidad de un recital que se repite aún 28 de julio y 7 de agosto y que recomiendo sin reservas.

 

Pablo Vayón. Diario de Sevilla

 

 

Grupos como Axabeba, no dejan de mostrarnos claros ejemplos de los sonidos que pululaban entre trovadores y juglares de la Europa occidental de los siglos XII al XV.
La melodiosa voz de María Dolores García, que hacía las veces de percusionista; la destreza musical de Ignacio Gil con la axabeba, el oboe de cápsula, la flauta doble y la de pico o el punteiro de gaita; y todo ello comandado por las explicaciones didácticas de José Luis Pastor, que no dejó de sorprendernos con sus apostillas y, por supuesto, con su arte para deleitarnos con los laúdes de los siglos XIII y XV, con la cítola, Çinfonía o guiterne, dejaron como regalo para nuestros oídos piezas como “Rosa das Rosas” , Cantiga de Alfonso X el Sabio; “Danza inglesa”, anónimo del XIII; “Maríam Matrem”, del Llivre Vermell de Montserrat (XIV); o “Tempus Transit

 

Zalamea, la otra mirada. Zola

 

 

XIII Noches en los Jardines del Real Alcázar. Componentes: María Dolores García, canto y percusión; Ignacio Gil, vientos; José Luis Pastor, cuerdas pulsadas.

Programa: ‘Andalucía y el Mediterráneo en la Edad Media: romances, danzas y cantigas’. Lugar: Jardines del Real Alcázar. Fecha: Lunes 2 de julio. Aforo: Casi lleno.

 

Esta vez en formación de trío, en lugar del cuarteto al que había acostumbrado a sus seguidores (los presupuestos aprietan), pero Axabeba rindió cuentas una vez más en el Festival veraniego del Alcázar, y lo hizo con un programa que resumía buena parte de su trayectoria, volcada esencialmente en la lírica y las danzas medievales con el añadido del repertorio sefardí, esos romances recopilados en cancioneros muy tardíos pero que es normal escuchar en versiones medievalizadas.

 

Es imposible saber cómo sonaban las canciones de los judíos españoles durante el medievo, pero la opción escogida por Axabeba es la que más se ha difundido en nuestro tiempo: son interpretaciones de tipo orientalizante, especialmente en ornamentos, aunque también en los mismos acompañamientos, que incluyeron el laúd árabe y diversos artefactos percutivos, por más que en otras piezas se optara por opciones más sobrias y por el uso de instrumentos de tradición occidental, como la zanfoña. María Dolores García está ya curtida en estas músicas y sus interpretaciones resultan convincentes, tanto por la naturalidad de la emisión como por la variedad expresiva.

 

Música toda ella monódica, por norma encajada en estructuras estróficas, que exigen esa variedad para no caer en la monotonía. José Luis Pastor es uno de los grandes especialistas españoles en el tañido de cuerdas pulsadas medievales, como el laúd (árabe, ya se dijo), la cítola, la guitarra (aún en forma de pera) y de forma genérica en la música del período, de modo que en sus versiones esta necesaria variedad se consigue de diferentes modos: cambiando el ropaje instrumental, introduciendo ornamentaciones en las vueltas de la melodía, operando sobre los matices de agógica o de dinámica… Queda de todo ello una hora de melodías envueltas con la calidad técnica y la musicalidad necesarias para hacer disfrutar a un público variopinto. Axabeba repite actuación el 19 y el 30 de julio.

 

Pablo J. Vayón. Diario de Sevilla